Día 23, en colaboración con el Ayuntamiento de Calatayud y dentro de las jornadas La Dolores. Un viaje en el tiempo, que se celebraron los días 23 y 24 de septiembre de 2017, la Asociación Torre Albarrana participó con la conferencia Ilustres e ¿ilustras?, que tuvo lugar en el Salón de plenos del Ayuntamiento, a las 18:30 horas.
Transcribrimos íntegramente el texto que se expuso en el transcurso del acto, aunque con anterioridad ya se habían realizado otras actividades en las que se recordaron a estos ilustres personajes (ver en: Un paseo de Navidad 2012 / Un paseo de renombre. Nomenclatour 2015 / Bilbilitwits).
Siempre que nos es posible dedicamos alguna actividad al reconocimiento o recuerdo de personajes que en Calatayud se han significado por su excelencia o cualidades, aunque en algunos casos ya hayan sido distinguidos por ello dedicándoles una calle, plaza, escultura o placa dentro del callejero bilbilitano.
Enseguida entenderán el motivo por el que les hemos convocado en el salón de plenos de este magnífico edificio, sede del Ayuntamiento de Calatayud. El inmueble, tal cual lo vemos, procede de la reedificación de 1842 en la que se respetó la planta baja y se hundió la primera del siglo XVI seguramente de hechura parecida al Ayuntamiento de Tarazona. Como habrán podido comprobar, en el interior, cuenta con una escalera amplia y de prestancia que se ilumina con lámparas de forja originales de Pablo Remacha. En el testero de división de los dos ramales en que se descompone la escalera figuran retratos de los Reyes de Aragón don Alfonso II y doña Sancha, fundadores del Monasterio de Piedra, de donde proceden al igual que la sillería de este salón de sesiones. Ya en la primera planta, una pintura del bilbilitano Mariano Rubio, representando la entrega de las llaves de la ciudad a Alfonso I.
Esta sala, pieza noble de la casa, tiene dignidad y empaque y además alberga la Galería de Bilbilitanos Ilustres, representados por pinturas y fotografías e inaugurada en las Ferias y Fiestas en honor de la Virgen de la Peña de 1908, con motivo del centenario de la Guerra de la Independencia.
La iniciativa partió del entonces Alcalde de la ciudad, Juan Blas y Ubide. La galería que hoy contemplamos ha ido cambiando con respecto a la primigenia, ya que, según varios escritores, desde entonces hasta la Guerra Civil de 1936, variaba de cuadros según la ideología política del Ayuntamiento. Sabemos que, en sesión de 17 de abril de 1918, se acordó por unanimidad colocar un retrato del escritor Joaquín Dicenta Benedicto, de cuya muerte conmemoramos este año el centenario, que llegó a colgarse en tan insigne salón y del que salió sin saber su paradero; también que se inauguró con once cuadros que deberían haber sido doce, porque el retrato de Jussepe Leonardo de Chabacier estaba en ejecución y, hasta la fecha, el ilustre pintor continúa sin cuadro.
De los añadidos a la primitiva exposición de próceres patrios han llegado a nuestros días tres: Andrés Blas y Melendo, Sixto Celorrio Guillén y el artífice de tan magna muestra Juan Blas y Ubide.
Iremos enumerando y haciendo una breve glosa de cada uno de ellos, por orden de ubicación, de derecha a izquierda, comenzando por:
Juan Manuel Pérez de Nueros. De ilustre familia, fue diputado del reino de Aragón y uno de nuestros primeros historiadores. Benefactor de la Colegiata de Santa María a la que donó la sillería del coro. Murió a los 83 años en Calatayud el año 1731.
José de L’Hotellerie de Fallois y Fernández de Heredia, Barón de Warsage. Nacido en Calatayud en 1755. Jefe del Estado Mayor del Ejército de Aragón por sus hazañas en la Guerra de la Independencia. Falleció heroicamente en la defensa del Puente de Piedra en 1809.
Rafael Ram de Viu y Pueyo, Barón de Hervés y Conde de Samitier. Héroe civil de la Guerra de la Independencia. Puso sus energías y su hacienda al servicio de España y no claudicó aunque apresaron a su familia. Presidió la Primera Junta Carlista. Fue fusilado en Teruel en 1833.
Vicente de la Fuente y Condón. Nacido en Calatayud en 1817. Canonista e historiador. Autor de la Historia de Calatayud, considerada como la piedra angular de los estudios sobre dicha ciudad. Catedrático en Salamanca y Madrid en donde fue Rector. Escribió más de 50 obras sobre distintas materias. Murió en Madrid. Sus restos fueron trasladados a su ciudad natal y descansan actualmente en el claustro de la colegiata de Santa María.
Mosén José Vicente Martínez. Sacerdote bilbilitano que fundó en 1877 el Diario de Calatayud. Dedicado a la enseñanza, impulsó el periodismo local. Con sus bienes se creó el Patronato de la Sagrada Familia de carácter docente.
Juan Gualberto Ballestero y Mochales. Notable abogado y famoso orador bilbilitano, elegido Diputado republicano a Cortes, donde trabajó con verdadero empeño por Calatayud. Poseía un pintoresco caserón en la plaza que hoy lleva su nombre. Falleció en Madrid en 1904.
Fray Leandro Arrué Agudo. Agustino Recoleto nacido en Calatayud en 1837. Marchó a evangelizar las islas Filipinas, entonces colonia española. Fue el artífice de la construcción de la iglesia de San Agustín de Bacong y obispo de Jaro, en Filipinas, donde falleció.
Andrés Blas y Melendo. Abogado y político. Fiscal de imprenta, catedrático, diputado a Cortes en Madrid, fiscal de Palma, Albacete y Oviedo. Escribió tratados legales, destacando el Derecho Civil Aragonés. Cuando se jubiló regresó a su Calatayud natal, donde pasó el resto de sus días.
Juan Blas y Ubide. Escritor, abogado y político nacido en Calatayud en 1852. Alcalde al que debemos, entre otras cosas, el arbolado de muchas calles y plazas bilbilitanas. De su obra escrita destaca Sarica la Borda. Fue el fundador del Círculo Católico y, como hemos dicho, inició esta Galería.
Sixto Celorrio Guillén. Abogado, escritor y político nacido en Calatayud en 1870. Diputado, presidente de la Diputación Provincial de Zaragoza, senador, gobernador civil de Granada y escritor de cuentos baturros e inspiradas coplas de jota. Fue colaborador de Heraldo de Aragón y otras publicaciones, obteniendo premios en varios Juegos Florales.
En la cabecera:
Baltasar Gracián y Morales. Jesuita y una de las primeras figuras de la literatura española, nacido en Belmonte en 1601. Autor de El Criticón y el Oráculo manual y arte de prudencia. Referente en filósofos alemanes y superventas en Estados Unidos. Su tesón le hizo caer en desgracia en la Orden y fue trasladado a Graus y posteriormente a Tarazona, donde falleció en 1658.
San Íñigo Abad. Benedictino. Nacido en Calatayud sobre el año 1000. Tras vida eremítica recaló en San Juan de la Peña y fue posteriormente reclamado por Sancho Garcés III el Mayor como abad para el monasterio de San Salvador de Oña, donde murió y reposan sus restos. Desde 1600 es nuestro patrón. Su lema: Defiendo a mi Ciudad.
Fray Domingo de Jesús María Ruzola López. Venerable carmelita. Nació en Calatayud en 1559 en la casa de la plaza del Olivo, actual Oratorio del Buen Parto y San Pascual Bailón. General de su Orden en Italia, confesor y consejero de papas y reyes. Figura definitiva en la batalla de Praga y autor de tratados teológicos. Sus restos reposan en Viena, donde falleció.
Antonio Serón. Poeta latino del Renacimiento. Nació en Calatayud en 1512. Su obra poética está recogida en dos tomos por el Centro de Estudios Bilbilitanos. En su apasionante vida se mezclaron amores tempranos, viajes repletos de aventuras, piratas, secuestros y cátedras de Retórica. Galardonado como poeta laureado por Felipe II. Fue quien propuso el gentilicio bilbilitano que acabaría imponiéndose a los usados hasta entonces calatayubí o calatayucense.
Nota. El día 6 de diciembre de 2021, fecha posterior a esta conferencia, se incorporó a esta Galería de Ilustres Bilbilitanos, el retrato de José Verón Gormaz, relevante fotógrafo y escritor, nacido el 6 de abril de 1946 en Calatayud, hijo predilecto y cronista de la ciudad, que falleció el 10 de septiembre de 2021.
Muy ilustres y muy insignes, sin lugar a dudas, pero también otros dejaron su huella sin haber recibido distinción alguna y, a nuestro entender, deberían ser merecedores de ella aunque no cuelguen de las paredes de esta hermosa sala.
Merecedores… y merecedoras.
Si nos fijamos la única mujer que aparece retratada en todo este edificio es doña Sancha. Ni siquiera Mariano Rubio pintó damas, ni moras ni cristianas, en el mural de la entrega de llaves.
Parece ser que la historia siempre ha estado escrita por hombres que además se han olvidado de incluir en ella al sexo opuesto y eso nos ha impedido conocer a mujeres importantes que han formado parte de nuestro pasado.
Calatayud no es una excepción y las bilbilitanas que han superado el paso del tiempo son conocidas solamente por unos pocos estudiosos. La asociación Torre Albarrana consciente de esta deuda con nuestras mujeres, quiere rendirles un sencillo pero sentido y sincero homenaje y hacer que formen parte de esta galería que, sólo por un día, será de ilustres e “ilustras”.
Y ya que la única aquí retratada es la regia doña Sancha, aunque no nacida en Calatayud, comenzaremos con ella para hacer un recorrido por el camino que otras realizaron a lo largo de los siglos, aportando páginas a la historia bilbilitana.
• Sancha de Castilla. Nació en Toledo sobre 1154. Fue hija de Alfonso VII de León y de su segunda esposa Riquilda de Polonia. Su boda con Alfonso II el Casto se proyectó en Lérida cuando la novia contaba con tres años de edad, con el fin de asegurar el tratado de Tudellén para invadir Navarra. El enlace tuvo lugar por fin el 18 de enero de 1174 en la Seo de Zaragoza. De esta unión nacieron ocho hijos siendo el primogénito el futuro rey Pedro II de Aragón.
Fue la primera reina de Aragón que usó el sello regio. Visitó Calatayud y ayudó a fundar los monasterios de Piedra y Sigena, donde se retiró al enviudar y al que otorgó grandes privilegios porque pretendió convertirlo en panteón real. Falleció en Villanueva de Sigena en 1208.
• Suceso Aguilar Miñana. Nació en nuestra ciudad en 1917. De legendaria belleza, que aún se recuerda, era hija de panadero y es muy posible que eso ayudase a que la chiquilla saliese como un pan. 1,70 de estatura, 57 kilos, un 36 de pie, 91 centímetros de cadera y unos vistosos 17 años, hicieron que se convirtiese en Miss Casino y en Miss Aragón 1934, consiguiendo en el concurso de Miss España el título de Miss cuerpo perfecto, y no alcanzó la representación patria por dos décimas en lo que, según parece, fue un sonoro tongo. Mariano Benlliure, quien se encontraba entre los miembros del jurado, comentó de ella que tenía el cuerpo y el busto más perfectos del certamen.
Calatayud para homenajearla le ofreció un festejo taurino en el que lidiaron Lisardo Sicilia y Florentino Ballesteros (hijo). Parece ser que surgió una atracción entre este último y Suceso que no acabó en boda porque el corazón de la bella estaba destinado a un policía malagueño trasladado a nuestra ciudad durante la guerra, Cándido Artacho Delgado. Se casaron y tuvieron a sus dos primeros hijos en Calatayud y los otros cuatro repartidos entre Barcelona y Lucena.
Esta belleza que, ejerció como enfermera de la Cruz Roja, a la que le encantaban los toros, la música, bailar y viajar, que fue una estupenda cocinera, madre y persona, falleció en tierras andaluzas en el año 2007.
Las últimas fotos de Suceso hacen válido el refrán de que “quien tuvo retuvo…”
• Violante de Algaraví. Pintora bilbilitana del siglo XV. Procedente de una familia bien relacionada y con aspiraciones de nobleza: los Sánchez de Algaraví. Familia en la que también tuvo su origen el caballero Miguel Sánchez de Algaraví, quien fundó en 1412 una cátedra de teología en el claustro de Santa María. Distintas circunstancias hicieron que Violante casase muy joven y enviudase por dos veces.
Fue una mujer religiosa, culta y preocupada por la educación de su hijo, generosa y querida. Hizo testamento a la edad de 33 años por el que se tiene conocimiento de que pintó tapices, cortinas y seguramente tablas, ya que entre los bienes que dejó aparecen una imagen de Jesús, unos cojines pintados y un retablo de la Virgen, y también que tuvo algunas alumnas de pintura.
Fue enterrada en la capilla de Santo Tomás de Aquino de San Pedro Mártir y dejó en el testamento para realizar el retablo de dicha capilla, telas para frontales de altar, de distintas iglesias, y también para costear las obras de la Iglesia de Santo Domingo. Como en la época en que vivió Violante Calatayud bullía en lo cultural y creativo, es fácil pensar que en el ámbito artístico no se hicieran distinciones entre hombres y mujeres.
• Hermanas Catalán de Ocón y Gallolá. Blanca y Clotilde nacieron en Calatayud en 1860 y 1863 respectivamente. Pronto la familia se trasladó a Monreal del Campo y más tarde a Valdecabriel, donde construyeron un hermoso chalé, aunque fijaron su residencia en Barcelona.
Educadas en una familia de buena posición recibieron de su madre, quien había estudiado Botánica en Suiza, el amor por la naturaleza.
La mayor, Blanca, fue una apasionada botánica y reunió una colección de plantas que fue publicada en varias revistas, recibiendo los halagos del naturalista y canónigo de Albarracín, Bernardo Zapater y, sobre todo, del alemán Mauricio Willkom, el mayor estudioso de la botánica española. Tan importantes fueron las aportaciones de Blanca que Willkon bautizó una planta en su honor, la Saxifraga Blanca Will. Y el botánico Pau le dedicó la Linaria Blanca. Se casó con el juez de Cartagena al que trasladaron a Vitoria donde murió nuestra paisana a la temprana edad de 44 años.
Clotilde, la menor, fue una excelente escritora y poetisa aunque también recordada por su afición a los insectos. Notable coleccionista entomológica, destacó sobre todo en el conocimiento de nocturnas y lepidópteros. La hija del Cabriel, como firmaba sus escritos, se trasladó a Figueras al morir su madre. Desde Cataluña invirtió en la madrileña Ciudad Lineal en la que llegó a tener una calle con su nombre desaparecida ya, sin conocerse el motivo, del callejero madrileño. Falleció en 1946.
Ambas hermanas son consideradas las primeras mujeres españolas que ejercieron activamente la Botánica y la Entomología.
• Leonor López de Córdoba y Carrillo. Hija del mayordomo de Pedro I el Cruel y maestre de las Órdenes de Calatrava y Alcántara, nació en Calatayud en 1362. Su madre, Doña Sancha Carrillo, era sobrina de Alfonso XI.
Cuando contaba siete años, su padre concertó su boda con Ruy Gutiérrez de Hinestrosa, hijo de otra influyente familia castellana y alcalde mayor de Córdoba.
Los López de Córdoba cayeron en desgracia con el advenimiento al trono de Enrique II. Martín, el padre de Leonor, fue ajusticiado en la plaza de San Francisco de Sevilla y el resto de la familia desposeída de sus bienes, sufriendo cautiverio en las atarazanas de la misma ciudad. Después de ocho años, que duró el castigo, solo habían sobrevivido Leonor y su marido.
Se trasladó a Córdoba con una tía y su objetivo en la vida fue recuperar el patrimonio y el poder perdido.
Cuando murió el rey, Leonor consiguió el favor de la viuda y regente Catalina de Lancaster, llegando a ser valida de la misma. Su opinión política era la más importante para la reina, esto le permitió conseguir mucho poder y riquezas. La llegada a la corte de Inés de Torres, amiga de Leonor, y su carácter intrigante, hicieron que volviese a caer en desgracia. Catalina la expulsó de la corte en 1412 y marchó de nuevo a Córdoba, enriquecida, donde falleció en 1430. Fue enterrada en la capilla de Santo Tomás de Aquino del convento de San Pablo. Escribió o dictó sus memorias, lo que la convierte en una de las pocas escritoras de la Edad Media y su obra seguramente sea la primera autobiografía de la que se tienen referencias.
• Marcela. Marco Valerio Marcial, nuestro más universal poeta, marchó a Roma a terminar sus estudios hacia el año 64 d.c. Contaba con la protección de Séneca, pero, tras el suicidio de éste, hubo de buscarse la vida y se dedicó a la poesía, permaneció en Roma treinta y cinco años, se hizo amigo de Plinio el joven, Juvenal y Quintiliano y consiguió la protección de los emperadores Tito y Domiciano aunque sus descendientes se olvidaron de él y decidió regresar a su añorada Bilbilis.
Una vez aquí fue su admiradora Marcela quien, además de regalarle una finca cerca del Jalón, le prestó todo su apoyo y le ayudó a sobrellevar los años de la vejez. Marcela, como ejemplo de generosidad y como la primera bilbilitana de la que tenemos noticia escrita, bien merecería un busto frente al de Marcial en la plaza del Fuerte, porque ya es sabido que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer y seguro que Marcela lo fue.
• Carmen Osés Hidalgo. Nació en Calatayud el 7 de abril de 1887. Su padre, escritor y pedagogo, estuvo destinado en varias localidades aragonesas y ejerció durante siete años en Calatayud, trasladándose a Barcelona en 1900. Carmen, precoz y sensible artista, ilustró alguno de los libros de su progenitor, se formó en el arte de la pintura con Baixas, Climent y Borrás Aballa y comenzó a exponer de forma colectiva en los años 20 del pasado siglo. Frecuentaba Mallorca e Ibiza, al menos desde 1924, y fue en 1925 cuando entabló una relación sentimental con su verdadero maestro, el pintor Enrique Ochoa ilustrador, entre otras cosas, de las obras de Rubén Darío de quien era amigo personal. En el círculo de amistades de la pareja se encontraban señaladas personalidades como Unamuno, Gabriel Alomar, Sebastián Junyer o el artista aragonés Eleuterio Blasco Ferrer. En 1931, en las Galerías Layetanas, expuso por primera vez de forma individual, recibiendo buenas críticas. Continuó su actividad como ilustradora realizando, incluso, algún trabajo publicitario. Antes de la Guerra Civil llevó a cabo cinco nuevas individuales. Vinculada a las Baleares, residió en Palma de Mallorca y Pollensa siendo sus casas auténticos centros artísticos. Continuó exponiendo en distintas ciudades, como Barcelona, Mallorca, Málaga o Buenos Aires. En 1955, año que había comenzado con la inauguración en Barcelona de la exposición de Eleuterio Blasco, en la que Carmen y Enrique habían puesto especial interés, convirtió su casa de Palma en un museo que fue denominado La Mansión del Arte. En 1961 fallecía la artista bilbilitana. Cinco años más tarde, el Estudio de Arte de Radio Barcelona celebró una exposición antológica a modo de homenaje póstumo.
• Matilde Pinilla. Esta tan brillante como efímera soprano nació en Calatayud en el seno de una acomodada familia. Dotada de una excelente voz sintió desde muy joven la llamada del bell canto y, venciendo la reticencia familiar, marchó a Madrid a estudiar con Tamayo y Simonetti. El 17 de mayo de 1921 estrenaba en el teatro Principal de Zaragoza un programa triple (la Boheme, Rigoletto y la Traviata) en el que estaba en igualdad de condiciones con el divo de la temporada Lauri Volpi. El éxito fue rotundo y toda España se hizo eco de la voz de esta bella muchacha que empezaba. Triunfó en el Liceo de Barcelona y emprendió gira por Hispanoamérica. En el barco de vuelta, para debutar en el Real, la cortejó un atractivo y rico chileno del que quedó prendada y por quien renunció a su carrera. Se desconocen los motivos que provocaron la ruptura de la pareja, pero como consecuencia de ella Matilde sintió la llamada de la Fe y cambió los teatros por las iglesias y por las obras pías. Aunque hubo algún repunte de su vocación artística, Matilde dejó definitivamente de cantar y permaneció soltera hasta el final de sus días.
• María Ángela Sessé. De familia noble, se casó con Luis Martínez de Luna quien junto con su padre Pedro habían fundado en 1671 el hospital de los Luna u hospital de mujeres. Diez años después Ángela quedó viuda y dedicó la vida a administrar sus bienes esparcidos por Calatayud, Torres, Terrer y Villalba.
El último testamento, fechado el 8 de enero de 1691, tuvo siglos de controversias ya que repartía su herencia entre los Jesuitas, el hospital que fundara su marido y la colegiata de Santa María, sobre todo para educación de los canónigos. Los administradores testamentarios, que la sobrevivieron unos siete años, cumplieron a rajatabla las voluntades de la dama, pero al poco de morir éstos se desviaron fondos de la herencia para la ampliación de la torre, con las consiguientes quejas de los herederos.
La pretensión y el sueño de doña Ángela fue que la colegiata de Santa María llegase a ser catedral y así Calatayud se convirtiese en sede episcopal. Seguramente la difusión de ese sueño fuese la causante de que acabase siendo Santa María la receptora de todo el legado.
Se cuenta que tanto luchó por la catedralidad que en Tarazona, donde no estaban dispuestos a ceder parte de la diócesis, cual Cipotegato hicieron un muñeco con su efigie y lo atomataron.
La Colegiata de sus desvelos, donde también costeó la capilla bautismal, la honró con un retrato como reconocimiento a sus servicios.
• Manolita Tejedor Clemente, Preciosilla. Nació en Calatayud en 1893, cupletista. El nombre artístico se lo puso un amigo suizo, tanto por su belleza, como en recuerdo al personaje de Cervantes.
Debutó a los 15 años en Madrid, con un repertorio de Quinito Valverde (La reja de la Dolores, El pobre Valbuena, Clavelitos o El Polichinela). Al año siguiente, ya convertida en su amante, se la llevó a Paris, de donde volvió sabiendo francés y, según cuentan las crónicas, sobre todo latín. Al regresar tomó clases de canto con el maestro Larruga. La revista Arte y Artistas dijo de ella en 1916: Es una de las mujeres más hermosas de Europa y una de las mejores artistas de España. El empresario que no la haya contratado, no tiene ni idea de arte ni de estética. Queremos decir que es un tarugo.
En 1917, en Valencia, realizó un espectáculo con la Chelito, y nada más empezar multaron a ambas artistas con 500 pesetas por las procacidades mostradas, siendo finalmente clausurado el Teatro Princesa durante seis meses.
Realizó giras por América cosechando grandes éxitos, sobre todo en las Antillas, de las que volvió millonaria a pesar de que su representante la había estafado.
Durante los años 30 siguió triunfando en Madrid, ciudad a la que quería como propia.
De ideología conservadora tuvo una vecina marxista que estuvo a punto de asesinarla por discrepancias políticas.
Álvaro Retama, con muy mala idea, le achacó un romance con Jacinto Benavente y decía que por su hermosura no se le exigían especiales dotes artísticas, e igualmente que realizaba el milagro de cantar sin voz, pero Manolita nunca usó el micrófono.
Por su belleza tuvo muchos amantes que habían de cumplir el requisito de ser muy solventes, y es por ello que se la conoció como la reina de los brillantes. Parece que rivalizaba con la Bella Otero por ver cuál de las dos tenía más joyas, llegando a salir al escenario vestidas únicamente con alhajas. La Bella Otero murió arruinada dejando su fortuna en los casinos, pero Preciosilla, al morir, en 1952, legó a su hermana más de cinco millones de pesetas de la época.
• Mercedes Tejedor Clemente, Musseta. Nació en Calatayud en 1888. Fue Cupletista y debutó en el Trianon Palace de Madrid el mismo año que su hermana, pero con menos éxito. A pesar de que para ella escribían cuplés los más prestigiosos autores (Álvaro Retama o Quinito Valverde) su aspiración en la vida era el arte de bien casar y como lo consiguió se retiró pronto de los escenarios. Enviudó y con el dinero que le dejó su hermana le hizo construir un espectacular mausoleo. Al fallecer en 1963, legó todos sus bienes y los heredados a instituciones piadosas.
Recordaremos que Musseta es un personaje de la ópera La Boheme de Puccini.
Otras bilbilitanas han destacado en el mundo de la literatura, concretamente en la poesía.
Se nombra en justas poéticas a Bernarda de Liñán, hermana de Pedro Liñán de Riaza, de linajuda familia calatayubí.
En 1615, poco después de la beatificación de Santa Teresa de Jesús se organizaron, para celebrar este acontecimiento, otras justas poéticas en Zaragoza y aparecía como destacada la clarisa y poetisa Sor Ana Ramírez Ateza.
A Laurencia Felices de Cáceres, hermana del también escritor Juan Bautista, le publicaron en 1623 unas hermosas canciones que incluyó su hermano en El certamen poético por la cofradía de la Sangre de Cristo de la ciudad de Zaragoza.
Y en 1619, con el fin de celebrar un par de acontecimientos importantes para Zaragoza, se juntaron 19 poetisas entre las que encontramos a Doña María de Sessé, seguramente familia de nuestra ilustre ya retratada.
Y como no sólo de La Dolores se nutre la literatura bilbilitana, traemos hoy una ilustre ficción de fama universal:
• Doña Endrina de Calatayud. Una gentil moza, que allá por el siglo XIV aparecía en el Libro de Buen Amor.
Esta obra del méster de clerecía es la biografía ficticia de Juan Ruiz, el arcipreste de Hita, quien se retrata como don Melón de la Huerta y, por mediación de la vieja Trotaconventos, buscará el amor de doña Endrina, joven viuda bilbilitana. (Libro de buen amor de Juan Ruiz, arcipreste de Hita).
Decía Blas y Ubide en el discurso de inauguración de esta galería en 1908, que el observador inquieto seguramente echaría de menos el retrato de Marcial por ser el que más fama había dado a Calatayud. Don Juan veía insuficiente este homenaje para el poeta universal y abogaba por una plaza y una escultura con su efigie que adornara nuestra ciudad. Emulando al creador de esta exposición dejamos nosotros fuera a la mujer que más fama ha dado a nuestra ciudad, que ya cuenta con un mesón, un museo y una escultura en una de las entradas a su patria chica. Dolores Peinador Narvión, LA DOLORES.
Ella y el resto de los personajes de quienes acabamos de hablar contribuyeron, cada uno en su campo, a dar fama y lustre a Calatayud. Que el ejemplo de tan destacados paisanos anime a los bilbilitanos de hoy a engrandecer o por lo menos a querer y estar orgullosos de esta noble ciudad.