En el corazón de Armantes encontramos vestigios de la ermita bilbilitana levantada en honor de la Santísima Vera Cruz.
Lo que de ella queda se encuentra en lo más alto de un monte, escondida entre pinos, de manera que es imposible descubrirla hasta prácticamente haber llegado a su ubicación.
Parece que tiene distintos accesos pero el más aconsejable, el más cómodo, sin lugar a dudas, es el elegido por los miembros de esta asociación y que seguramente los andarines y amantes de la bicicleta de montaña conocen a la perfección.
Es preciso adentrarse en Armantes tomando la pista de “El Quemao” y, en una marcada curva, al alcanzar las coordenadas 41º 23’ 19’’ N – 1º 40’ 38’’ O, dejar el coche, si así hemos llegado a este punto, o continuar andando por una senda a la derecha. Esa vereda servirá de referencia para alcanzar la cima del segundo monte al que tenemos que ascender.
Es un cómodo y precioso paseo de unos veinticinco minutos, tomado con tranquilidad para ir disfrutando de las magníficas vistas que nos ofrece: primero Calatayud, el Castillo Mayor, las torres… y después el valle del Ribota, Torralba, Aniñón, Cervera, las sierras…
En un par de ocasiones el camino puede ofrecer dudas. Si elegimos siempre las opciones de la derecha llegaremos indefectiblemente al destino. Como hay que salvar dos montes, aunque la senda no cuenta con mucha dificultad, un bastón o apoyo hacen más fácil la caminata.
Inexplicablemente los restos de la ermita se mantienen desde hace muchos años en casi idénticas condiciones. Otros visitantes anteriores los han detallado y existen fotografías que corroboran este hecho.
Quizá los pinos que rodean las ruinas han tenido un efecto protector. El caso es que ahí sigue en pie buena parte de tres de sus paredes, con la cabecera prácticamente intacta, conservando todavía una hornacina, que seguramente servía para colocar la reliquia de la Vera Cruz cuando se llevaba en romería, y que actualmente guarda algunos cuadritos, flores artificiales, crucifijos, que los visitantes han ido dejando, y una imagen de escayola de la Virgen del Carmen que subió Emilio Navarro.
Pero lo más insólito es el lugar elegido para levantar esta edificación. Un espacio al que tenemos constancia llegaba la romería el día 3 de mayo y el recorrido, andando o con carros, contaba con nutrida participación movida por una gran devoción. ¿Cómo se las arreglarían? ¿Cómo se atrevieron a llevar a cabo esta construcción por muy sencilla que fuese?
Es curioso que muchas ermitas se encuentren en extraños o recónditos lugares, cosa que también ocurre con algunas de la Comarca de Calatayud. Posiblemente responda este proceder a una inquebrantable fe motivada por aquellas legendarias apariciones y visiones, o a devotas promesas o, en el caso de la de Armantes, se consideraría éste uno de esos sitios sagrados, un punto focal de energía… un espacio donde las misteriosas fuerzas telúricas de la Tierra aflorarían al exterior… O, sencillamente, se trataba de un lugar privilegiado, de un destacado mirador, como hemos podido comprobar, al que entonces probablemente se accedía de forma más sencilla que en la actualidad.
Merece la pena comprobarlo. Son necesarias un par de horas, otro de zapatillas y buena disposición. Feliz camino.