Son variados los factores por los que se distinguen las ermitas, algunos son rasgos singulares o peculiaridades que las identifican, como el tamaño. No obedecen a unas medidas estándar, así que algunas son grandiosas y otras diminutas. Atendiendo a esta última característica se encuentran en la comunidad de Calatayud varios ejemplares, de los que destacamos tres dignos de mención; se trata de las ermitas de Santa Lucía y de la Virgen del Camino en Torralba de Ribota y la dedicada a Santa Brígida en Inogés.
La ermita de Santa Lucía es el recuerdo de los torralbeños a otra antiquísima, dedicada a San Jorge y a Santa Lucía, que se levantaba en un cerro frente al paraje de Lardallén, donde todavía asoman algunos restos. La nueva se encuentra al final del Barrio del Barranquillo, al lado de la Torre Blanca que da el nombre a la localidad, se trata de una edificación minúscula a la que los vecinos tienen mucho cariño y devoción.
La ermita de la Virgen del Camino se localiza, atendiendo a su denominación, en el camino hacia el que fue gran santuario de la Virgen de Cigüela. Es tan discreta que parece una pequeña casa de labranza y, dadas sus reducidas dimensiones, se le ha llamado siempre “la ermitica”. En tiempos albergó una preciosa talla de la Virgen, cuya humilde reproducción ha colocado sobre una ménsula una mano piadosa.
La ermita de Santa Brígida se encuentra a unos 1.400 metros de altitud, en lo alto de la Sierra Vicor. Sustituye a otra que se levantó un poco más arriba, desplazada por instalarse en sus dominios un radar de la base aérea. Actualmente convive en total armonía con el escuadrón e incluso se asemeja a un pequeño hangar. Es la más pequeña de las catalogadas hasta la fecha, poco más de cinco metros cuadrados de superficie interior, y recibe una romería el 8 de mayo, con el pertinente permiso militar, ya que la mayoría del trayecto está integrado en el área de influencia del Escuadrón de Vigilancia Aérea N.º 1.