Tercer centenario de la muerte de Juan Francisco Gómez de Navas y Sagastiberri
Hoy, 13 de octubre de 2019, se cumplen 300 años del fallecimiento del músico bilbilitano Juan Francisco Gómez de Navas y Sagastiberri, compositor poco conocido entre sus paisanos y que el pasado año quedó incluido en la galería de artistas ilustres que se inauguró en el teatro Capitol.
La coincidencia en nombre y profesión con su padre hace que no sea fácil estudiar su figura, pero esta dificultad queda en buena parte resuelta gracias a diversos documentos y, sobre todo, a los datos extraídos de los espléndidos trabajos de Celia Martín Granado que estudian la figura de Navas, Juan Francisco Gómez de Navas (1647-1719): nuevos documentos sobre su vida y obra, y Los tonos humanos de Juan (Francisco Gómez) de Navas (1647-1719): edición poética.
El padre, Juan Gómez de Navas, consta como maestro de capilla en la colegiata de Santa María en 1649. Cinco años antes había contraído matrimonio con Teresa Sagastiberri en el mismo templo bilbilitano. La pareja tuvo al menos cuatro vástagos y Juan nació en Calatayud el 23 de octubre de 1647. En 1656 el padre fue recibido como maestro de la Real Capilla, siguiendo la tradición familiar de servicio a la Real Casa, ya que el abuelo trabajaba como jardinero en las Caballerizas Reales.
Juan Francisco ingresó en la Universidad de Alcalá de Henares a los 16 años y se graduó como bachiller en la de Salamanca en 1668. Abandonó los estudios de leyes al ser elegido por Juan Hidalgo como arpista de la Real Capilla. A la muerte de su mentor, en 1685, le sucedió como primer arpista. Para entonces ya había empezado su carrera como compositor de comedias palaciegas y así en 1680 estrenaba Venir el amor al mundo con texto de Melchor Fernández de León. En 1687, para celebrar el vigésimo sexto cumpleaños de Carlos II, estrenó en el Coliseo del Buen Retiro Duelos de Ingenio y Fortuna, con libro de Francisco Antonio de Bances Candamo. Al año siguiente hizo lo propio con Amor es esclavitud, obra escrita por Manuel Vidal Salvador. Con texto de Antonio Zamora, compuso Ser fino y no parecerlo, que se estrenó en palacio en 1692 y, dos días después con libro de Lorenzo de las Llamosas, Amor, industria y poder. En 1693 obtuvo plaza de músico en la Real Cámara, lo que supuso un ascenso en su estatus dentro de la Corte, aunque no por ello dejó la composición y, de nuevo con libro de Vidal, estrenó en 1697 La colonia de Diana. Al año siguiente, Destinos vencen finezas, con libro de Lorenzo de las Llamosas, primera obra musical impresa en España, impresión que realizó José de Torres. En la portada de la publicación se puede leer: “Puso la música de ella don Juan de Navas, dulcísimo Orfeo de este siglo”. Con el cambio de centuria estrenó, con Antonio de Zamora, Viento es la dicha de Amor y, al año siguiente con el mismo autor, Quinto elemento es amor.
Otros estudiosos de la figura de Navas sugieren su participación en obras como Júpiter y Yoo, Los cielos premien desdenes, Con Música y por Amor y Apolo y Dafne.
Además, su obra está formada por numerosos tonos humanos y tonos a lo divino, dedicados en su mayoría al Santísimo Sacramento. Completan la antología villancicos, dos responsorios y piezas en latín. Sus partituras no sólo eran conocidas en la Corte; sus tonos los podemos encontrar en distintos archivos y bibliotecas de España, Europa y América.
El 13 de septiembre de 1719 otorgó testamento nombrando como heredero a su primo Joseph de Navas, lo que hace suponer que murió sin descendencia y sobrevivió a sus hermanos (Ignacio también formó parte de la Real Capilla como cantante).
Exactamente un mes después falleció en su casa de la madrileña calle del Carmen, siendo enterrado en la iglesia del mismo nombre.
En la mencionada impresión de Destinos vencen finezas, Lorenzo de las Llamosas escribió: “Don Juan de Navas, ingenioso y acertado compositor de nuestros tiempos. Sírvanle de alabanza sus mismas obras, en donde se miran unidos los dos extremos de Doctas y Deleitables”.