Torrelapaja

Torrelapaja

(Texto parcialmente reproducido de la obra Cultura popular de la Comunidad de Calatayud, escrita por José Ángel Urzay Barrios, y publicada en Calatayud por el Centro de Estudios Bilbilitanos y la Comarca Comunidad de Calatayud, en 2006.)

Torrelapaja es el único pueblo de la Comunidad de Calatayud del que conocemos exactamente su año de fundación como concejo, 1601, por decreto real. Hasta esa fecha había sido un lugar dependiente de Berdejo, como se recuerda en el dicho transmitido de generación en generación:

Torrelapaja y Berdejo,

dos lugares y un concejo.

Es muy probable que en el paraje de Torrelapaja estuviesen desde hacía siglos las eras de Berdejo, que eran ocupadas en verano para trillar y recoger la paja, como sucedía en otras localidades. Con el tiempo se formó un poblado permanente que reclamó su independencia hasta conseguirla en esa fecha.

El compacto caserío de Torrelapaja está situado al pie del puerto de la Bigornia, en el camino a Soria, rodeado por campos de cereal. Como corresponde a una localidad cerealista, son básicas las eras, que están agrupadas en tres espacios: Eras del Palacio, Eras del Concejo y Eras del Escorial.

La iglesia de San Millán, de estilo gótico, que en los últimos años sufrió el implacable ataque de las termitas, está ahora felizmente restaurada. En el altar mayor se guardan las reliquias de San Millán. Su campanario es una auténtica torre fortaleza rematada en almenas. Adosada a la iglesia está la preciosa capilla de la Virgen de Malanca, del siglo XVIII, profusamente decorada.

La Casa de San Millán, auténtica joya de Torrelapaja, fue un hospital de peregrinos, muchos de los cuales acudían a venerar las reliquias del santo y a pedir su curación. Es un magnífico edificio gótico renacentista del siglo XVI con un patio central de dos galerías. Conservan bellas yeserías en los cuatro ángulos del patio, entre ellas una que representa a San Millán apacentando el ganado. Alrededor del patio se distribuyen otras dependencias, como la sala de juntas, diversas habitaciones, graneros y corrales. En la puerta del edificio está clavada la enigmática mano de un oso.

La Casa de San Millán ha sido siempre el emblema común de Berdejo y Torrelapaja, centro administrativo de las rentas de San Millán, hospital y lugar de reuniones. Incluso se esquilaban las ovejas en el patio y cada pastor dejaba un vellón de lana para el santo. La casa hospital, gestionada actualmente por ambos ayuntamientos y el Obispado de Tarazona, exige una restauración urgente.

El barrio de Extramuros comprende varios edificios a ambos lados de la carretera de Soria. En la parte alta está la estación de ferrocarril y algunas edificaciones reconvertidas en casas, restos de las antiguas viviendas que construyó una empresa alemana que llegó hasta aquí para explotar un yacimiento de lignito. Al otro lado de la carretera aún siguen en pie los edificios de la fonda del tío Horencio, la fábrica de harinas La Esperanza y el molino harinero.

Actualmente se extrae leonardita, un material intermedio entre la turba y el lignito, muy rico en materia orgánica, originado por procesos de diagénesis de restos vegetales. Un proceso de activación química extrae los ácidos húmicos y fúlvicos, destinados a fertilizantes.

En la misma carretera de Soria, en dirección hacia Villarroya, podemos ver la venta de los Monjos, un magnífico ejemplar de las hospederías que jalonaban el camino de Soria a Calatayud.

De la ermita de Santa Juliana apenas quedan unas paredes en pie. Está situada en el cerro de su nombre, en la carretera a Berdejo, antes de llegar al Puente de Hierro, rodeada de eras y pajares, también abandonados.

Torrelpaja y Berdejo van indisolublemente unidos a San Millán. San Braulio de Zaragoza escribió su vida, más mítica que real, que ha sido interpretada de dos formas. Según la tesis castellana, Millán habría nacido en Vergegium, que identifican con Berceo, en la Rioja; según la tesis aragonesa, San Millán nació en Bedejo, no en Berceo, marchando más tarde a la Rioj, donde es conocido como San Millán de la Cogolla. Durante unos años San Millán habría sido cura de Berdejo, por imperativo del obispo de Tarazona.

Algún pueblo de la vecina Soria, que rinde culto a San Millán, da por hecho su nacimiento en Torrelapaja, lugar que pertenecía a Berdejo. En los Cánticos a San Millán de Velilla de los Ajos, pueblo soriano situado junto a Serón de Nájima, podemos leer:

Naciste en Torrelapaja

te veneran a porfía

en este pueblo y en muchos

y por toda Andalucía.

A cuatro kilómetros del pueblo castellano hay una ermita de San Millán en ruinas.

Lo cierto es que Torrelapaja se convirtió en un centro de peregrinación para los devotos del santo, a quien se le atribuyó el don de curar a los quebrados. Devotos de todos lugares de España acudían con sus niños pequeños para que el santo obrase el milagro. El rito de curación empezaba por el pesaje del niño afectado en la romana de San Millán, que estaba en la casa del depositario, es decir, del administrador de las rentas, las fincas y de las cuentas de la Casa de San Millán. A los niños se les ponía un cuadro del santo sujeto con una tela a la cintura, mientras le rezaban tres padrenuestros. Además, era necesario untar el ombligo del niño con el aceite que se llevaban de la lámpara de San Millán encendida en la iglesia. A cambio echaban un poco de aceite nuevo que aportaban para compensar el que habían cogido. Cuando ya no hubo lámpara, los fieles traían lamparillas que encendían en aceite delante del santo para rezarle y posteriormente llevárselo. Muchos volvían después a dar las gracias por la curación.

Actualmente la romana de San Millán está guardada en casa de Teodora Rubio Caballero, donde todavía acude gente ocasionalmente para curar a los niños quebrados. El niño es colocado en un extremo, mientras que en el otro se pone como contrapeso un saquete de trigo. No se pesa para saber el número de kilos, sino para que mantenga el equilibrio. Después de va a la iglesia y se enciende una lámpara al santo.

Cuando visitamos periódicamente Torrelapaja, con sus fantásticos monumentos, sobre todo la Casa de San Millán y la preciosa iglesia, nos preguntamos cuál será su destino dentro de unas décadas. En invierno sólo queda gente mayor en una tierra aislada entre Castilla y Aragón, atravesada únicamente por vehículo que pasan de largo por la carretera general. Torrelapaja, que debería ser una de las insignias de la comarca por la relevancia de su patrono, languidece año tras año en su soledad. Es lamentable que los poderes públicos regionales no sepan salvaguardar un enclave único en Aragón.