Alconchel de Ariza

Alconchel de Ariza

(Texto parcialmente reproducido de la obra Cultura popular de la Comunidad de Calatayud, escrita por José Ángel Urzay Barrios, y publicada en Calatayud por el Centro de Estudios Bilbilitanos y la Comarca Comunidad de Calatayud, en 2006. Este capítulo está firmado al alimón por Berta Vara Hernández y José Ángel Urzay Barrios.)

El pueblo de Alconchel se levanta sobre un amplio cerro plano que domina un paisaje totalmente cerealista. La plaza es el gran espacio central de la localidad, escenario de todos los festejos religiosos y populares. Está embellecida con una fuente de hierro y varias farolas. Conserva el viejo pilón de piedra donde abrevaban las caballerías.

Por un bello arco de piedra se accede al patio de la iglesia de Nuestra Señora de la Leche, un templo de una sola nave cubierto con una bóveda de crucería estrellada. Destaca su espectacular retablo mayor de madera de escuela castellana.

Como sucede en Torrehermosa, también en Alconchel la presencia de san Pascual está visible por todos los sitios. El santo trabajó como pastor aquí y vivió en la llamada casa de san Pascual, una vivienda de propiedad particular. Su cocina guarda la famosa alacena donde, según la tradición, san Pascual dejaba sus pertenencias cuando era pastorcillo.

Cuenta una leyenda que cierto día, estando un soldado en la taberna del pueblo, oyó hablar de san Pascual, sin prestar mucha atención, hasta que le contaron que en la casa del santo había una pequeña alacena, firmemente cerrada, que nadie sabía qué contenía, ni había conseguido abrirla y, además, todo el que lo había intentado había sido presa de grandes desgracias. Al oír aquello, el soldado, deseoso de echar por tierra la leyenda y conseguir además un botín, forzó la puerta de la casa y buscó la alacena, que estaba empotrada en una de las paredes de la cocina. Cogió un hacha y golpeó con energía repetidas veces sin sacar ni una astilla. Con un poco de temor, decidió abandonar la idea y alejarse del lugar. Jamás llegó al siguiente pueblo, fue encontrado a la mañana siguiente, muerto en el camino, abatido con el mismo tipo de arma que él había utilizado. La alacena se conserva en el mismo lugar y nunca ha sido abierta.

En los alrededores de la localidad, las eras y pajares ocupan los cerros cercanos. Los palomares son cinco, cuatro de planta cuadrada y uno, redondo. Junto a un abrigo cercano a uno de los palomares, todavía se pueden contemplar las ruinas de un colmenar.

Conserva Alconchel de Ariza tres ermitas y cuatro peirones. La ermita de san Blas, situada en la Eras Altas, fue construida en dos fases; la cabecera es de estilo gótico y fue ampliada en el siglo XVIII con bóveda de lunetos. La fachada muestra la inscripción del año de su construcción, 1774. Conserva en su interior un retablo del santo y pinturas murales en la cabecera. En el centro de la nave está la lámpara con el aceite milagroso.

La ermita de la Virgen de la Soledad o del Humilladero está junto al cementerio. Es un bello edificio de planta cuadrada con sillería en la mitad inferior de su parte frontal y tejado de cuatro vertientes, coronado por una cruz de hierro. Guarda un pequeño retablo con una imagen de la Virgen de la Soledad.

La ermita de san Pascual está situada a unos cuatro kilómetros del pueblo, en el camino a Cabolafuente. Es una construcción rectangular de sólida mampostería con cubierta de madera de doble vertiente.

Colgada del techo se puede ver una lámpara que ha dado origen a otra leyenda. Por los años cuarenta del siglo pasado, un grupo de mujeres quiso descolgarla para trasladarla a la iglesia del pueblo. Cuando estaban en el intento, se oyeron unos ruidos extraños y la cuerda de la que pende la lámpara presentó tal resistencia que no pudieron bajarla. Las mujeres, asustadas, desistieron de su empeño y hasta hoy permanece la lámpara en su lugar

Hubo una ermita dedicada a san Sebastián, pero no se sabe con certeza dónde estuvo ubicada.

El peirón de san Pascual se sitúa en el paraje llamado El Romeral, cercano al pueblo. De un hueco en el tronco de piedra del peirón brota la fuente que vierte sus aguas a un pequeño pilón. El peirón tiene un doble edículo de ladrillo, el inferior con hornacinas y el superior, con baldosas. Cuenta la tradición que fue levantado en el lugar donde san Pascual hizo manar agua cuando trabajaba como pastorcillo. Es un paraje especial, que conserva los viejos huertos separados por excelentes muros de piedra seca, abrevaderos para el ganado y lavadero.

El peirón de las tres cruces, situado en medio de un finca particular, se llama así por las tres pequeñas cruces que lo coronan. El tronco es un rotundo pilar de piedra aglomerada con cemento y el edículo, de ladrillo. Levantado sobre una grada de dos peldaños, su silueta destaca entre los campos del cereal.

El peirón del Tiro de Bola es el más próximo al pueblo. El tronco y la grada, que es un bloque cuadrangular, están blanqueados, mientras que el reducido edículo con baldosas y el amplio cimacio son de ladrillo.

El peirón de san Pascual del Camino de Ariza fue restaurado por la Diputación Provincial al señalizar en el año 2000 el Camino del Cid. Su aspecto original fue sustituido, ensanchando su tronco con una argamasa uniforme, que lo cubre completamente, al estilo de otros restaurados por la misma institución en Munébrega, Pardos y Valtorres.

En el Cerro del Otero, el punto más alto del término, había otro peirón dedicado a san Bartolomé, que fue destruido por un rayo.

Además del Romeral, alrededor del pueblo se conservan otras fuentes con sus abrevaderos y lavaderos. La Fuentecilla, con su primitiva estructura de losas de piedra, está rodeada por un conjunto de eras. El Chorrillo, que todavía riega unos pequeños huertos, mantiene cuatro abrevaderos para el ganado.

En el barranco de La Cañada aún se mantiene en pie el edificio llamado El Pozo. Junto a él, cubierto de tierra, se puede apreciar el viejo lavadero bajo la sombra de dos espléndidos y viejos fresnos. Durante siglos abasteció de agua al pueblo, antes de que se captase desde más arriba del barranco. En La Cañada abundan los pozos de agua, extraída con norias por animales y más tarde con fuerza eléctrica.

En el término que linda con la provincia de Soria, sorprende El Pantano, un embalse de principios del siglo pasado que fue abandonado por falta de agua. No solamente recogía la de los barrancos, sino que los agricultores de Alconchel hicieron excavar La Mina para trasvasar el agua desde el término de Algondrón hasta el pantano. Todavía hoy emociona contemplar la entrada de la mina que atraviesa el cerro y la arqueta del otro lado que controla la tubería subterránea, en el entorno de un espectacular bosque, el mayor sabinar de Europa. Los espléndidos ejemplares de sabina albar están acompañados por otros más modestos de sabina roma y por carrascas. El paraje situado encima del pantano es conocido como El Ardalejo. Desde la presa se puede recorrer el Recuenco Cerrado, desfiladero frecuentado por buitres y otras rapaces, cerca del Recuenco Abierto, otro interesante barranco.

Aún pueden verse en los alrededores del pueblo pequeños huertos que aprovechan las escasas aguas de los manantiales en los que siembran patatas, ajos, garbanzos y hortalizas. Se dice en la zona que “eres más duro que los garbanzos de Alconchel”.