Basílica del Santo Sepulcro de Calatayud

Basílica del Santo Sepulcro de Calatayud

El 25 de noviembre de 2020 la bilbilitana colegiata del Santo Sepulcro fue elevada al rango de basílica. La Sagrada Congregación para el Culto Divino y Disciplina de los Sacramentos comunicó al obispo de Tarazona, en nombre del Papa, la decisión favorable. A finales del año pasado, el cabildo de la colegiata solicitó a Monseñor Eusebio Hernández el deseo de convertir el templo en basílica. Se argumentó que era casa madre de la Orden del Santo Sepulcro en España y su primera fundación fuera de Jerusalén, añadiendo además el singular valor artístico que le viene dado por su dedicación exclusiva a la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.

La Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén siempre ha mantenido con la colegial una fluida y permanente relación, siendo escenario periódico de capítulos y cruzamientos. Actualmente todos los años, coincidiendo con la fiesta de la colegiata, se celebra un capítulo general conjunto de las dos lugartenencias de la Orden existentes en España, y toma de posesión del sitial en el coro de los nuevos caballeros.

La colegiata fue construida y dedicada en 1156, ampliada más tarde y consagrada solemnemente el 11 de noviembre de 1249. La fábrica actual fue construida durante los primeros años del S.XVII a instancias del prior don Juan de Palafox, por el arquitecto Gaspar de Villaverde. Los retablos hacen de esta iglesia un caso único, al representarse en ellos el ciclo completo de la Pasión de Cristo.

El día 23 de febrero de este año se celebró la ceremonia de dedicación del templo, paso imprescindible para la consecución de la propuesta y, además a lo largo de este año, se han llevado a cabo otras actuaciones como el cambio de ubicación de la pila bautismal o la colocación de un artístico atril marmóreo. 

Se trata de la única basílica en la diócesis de Tarazona, sumando en Aragón un total de siete. Tres en Huesca: Nuestra Señora de Badaín, que lo es desde tiempo inmemorial, Nuestra Señora de la Peña en Graus, de 1810, y San Lorenzo en la capital, de 1884. Y cuatro en Zaragoza: Santa María de los Corporales en Daroca, de 1890, dos en la capital, Nuestra Señora del Pilar, de 1948, Santa Engracia, de 1991, y este año, el Santo Sepulcro en Calatayud.

Desde 1996 San Pascual Bailón, santo de la comarca de Calatayud nacido en Torrehermosa, cuenta con templo de esta tipología en Villarreal (Castellón), donde descansan sus restos.

Hay distintas categorías para las basílicas: mayores, también denominadas patriarcales hasta que Benedicto XVI renunció al título de Patriarca pasando a denominarse papales. A este grupo pertenecen San Pedro, en el Vaticano, y las de San Juan de Letrán, San Pablo Extramuros y Santa María la Mayor, en Roma. El título de patriarcal lo reservó el Papa para las de San Lorenzo Extramuros en Roma, que está asignada al Patriarca de Jerusalén, la de San Francisco, en Asís y la de Santa María de los Ángeles de la Porciúncula, también en Asís. El resto tienen la denominación de basílica menor. La última que se proclamó en España fue la concatedral basílica de Santa María de Vigo, en agosto de este año.  

Los signos externos que caracterizan una basílica son el uso en el escudo de las llaves papales, el tintinábulo, pequeño campanario procesional a modo de estandarte, y la umbela o conopeo, especie de sombrilla semiabierta (porque solo se abre para el Papa) compuesta de doce franjas rojas y amarillas. Entre los privilegios espirituales destaca la obtención de indulgencia plenaria en determinados días del año, como el aniversario de la dedicación del templo.

La Basílica y Real Colegiata del Santo Sepulcro de Calatayud ha elegido como escudo la cruz canonical sobre las llaves papales, coronado con la umbela y con el lema “Mortem tuam annuntiamus, et tuam resurrectionem confitemur”.