Cervera de la Cañada
(Texto parcialmente reproducido de la obra Cultura popular de la Comunidad de Calatayud, escrita por José Ángel Urzay Barrios, y publicada en Calatayud por el Centro de Estudios Bilbilitanos y la Comarca Comunidad de Calatayud, en 2006.)
La extraordinaria iglesia de la Asunción, que otros llaman de Santa Tecla, domina el casco urbano de Cervera, que se extiende a su abrigo, hacia el sureste, protegido del frío y del viento. Desde la explanada de la entrada a la iglesia, la vista panorámica es espectacular. Se dice que Moros, Cervera, Aniñón y Viver, están puestos a cordel y desde allí puede intuirse la veracidad del dicho. Allí en lo alto, junto a la estatua del Corazón de Jesús, obra de A. Rodríguez de Calatayud, colocada en junio de 1945, se aprecia la llanura plantada de viña que forma el término de Cervera, con la sierra de Armantes al fondo. La viña, con la garnacha como variedad principal, ha sido siempre el motor económico de la localidad, desbancando a los otros cultivos tradicionales. Calculan que llegó a haber plantadas unos dos millones de cepas. La cooperativa, que se fundó en 1966, centraliza la producción y comercialización de sus excelentes vinos.
Uno de los barrios de Cervera se llama París y su centro es precisamente la plaza de París, nominación que ha originado numerosos equívocos a los forasteros que preguntaban por alguien: ¿Dónde está fulano? En París se les contestaba, respuesta que salvó la vida de alguien, a quien se buscaba con ocultas intenciones, según nos han contado.
Aún se conserva el viejo conjunto hidráulico formado por la fuente, el pilón, ambos de sillería, y un lavadero abierto más moderno. Encima de ellos está además la Fuente de la Bienvenida, de hierro fundido, similar a las fuentes de Mara y Villalengua.
Tres ermitas están diseminadas por la llanura, todas construidas con arcos diafragma. La ermita de La Soledad se ve rodeada por las casas arruinadas del barrio de la Virgen, al que dio nombre. Cerca se encuentra el barrio del Cosero, con sus casas de arcilla rojiza en ruinas y una venta, pues por allí pasaba el camino real de Calatayud hacia Villarroya de la Sierra. Desde la ermita de San Gregorio se divisa un paraje espectacular y merece la pena acercarse hasta allí para contemplar y disfrutar del campo cervereño en toda su extensión. En un promontorio aromatizado por las ontinas se levanta la ermita de San Roque, cerca de la carretera general.
La ermita de San Ramón, en la plaza del pueblo, junto al ayuntamiento, está habilitada temporalmente como iglesia para las celebraciones religiosas. Existió además la ermita de la Trinidad, ya desaparecida.
Una copla las sitúa a todas ellas así:
San Gregorio está en La Muela,
San Roque en Valdelavarga,
La Trinidad en La Dehesa
y San Ramón en la plaza.
(“… y La Soledad en la vega”, añaden algunos)
El resto arqueológico de su término municipal más interesante es el llamado Puente de los Tres Ojos, en el barranco de los Pontones, que es, pese al nombre tradicional, un acueducto probablemente romano. No es fácil localizar su emplazamiento, al otro lado del Ribota. Sorprende esta obra de ingeniería en un pequeño barranco seco que baja de Armantes.
Todavía se utiliza para el riego un viejo azud en el Ribota, que lleva el agua a la Acequia de la Vega. Cuenta Cervera con un sistema de acequias para regar su vega del Ribota, que hoy apenas se utiliza por los largos años de sequía.
La Cruz de Armantes es una cruz de hierro, que ha sustituido a otras anteriores de madera, deterioradas o destruidas por los rayos. No hay que confundirla con la Cruz de Armantes de Torralba. Cerca se encontraba la ermita de San Florén, ahora arruinada. Se dice: San Florén, patrón de Armantes. Nos comentan en Cervera que Armantes significa ”ármate antes”, recomendación para quienes se adentraban años atrás en aquellos parajes, frecuentados por bandorelos y poblados de alimañas.
Como sus vecinas localidades de Villarroya y Aniñón, también Cervera contaba con banda de música particular, llamada La Armonía, muy antigua, formada por agricultores y jornaleros ya en el siglo XIX. Llevaban uniforme verde, que más tarde fue gris. Tocaron por los pueblos de los alrededores y de la provincia de Soria. La integraban veintidós miembros; ahora quedan sólo ocho, que actúan como charanga y pequeña orquesta por los pueblos de la comarca.
Cervera vivió sus momentos históricos más trágicos en la guerra de los Pedros, cuando el pueblo fue incendiado y destruido por las tropas castellanas. Existe la tradición de que sus pobladores hubieron de refugiarse temporalmente en el paraje de Armantes. El día de San Buenaventura, 14 de julio en los antiguos calendarios, ahora 15 de julio, se tocaban las campanas de la iglesia, en recuerdo del día en que las tropas de Pedro El Cruel quemaron el pueblo.
El bandido Cisneros, llamado Esteban Cisneros Millán, apodado El Capitán, es uno de los personajes más populares nacidos en Cervera. Las crónicas de la época lo definían como de estatura regular, grueso, moreno y con barba, vistiendo habitualmente traje oscuro y botas de color. Perpetraba los robos de ganado y de dinero por las comarcas de Calatayud y Aranda. Se fugó de la cárcel de Sestrica, donde estaba recluido, huyó hacia Andalucía y finalmente a Francia. De allí regresó para ver a su hija que vivía en Mesones. Pernoctó una noche con unos pastores que le ayudaron, pero fue reconocido al día siguiente por unos vecinos en Viver. En la fuga se dirigió hacia los montes de Brea. Se refugió en un pajar cerca del pueblo, donde fue localizado, rodeado y hecho prisionero por la guardia civil con ayuda de unos vecinos, que pretendieron lincharlo sin conseguirlo. Aún viven familiares lejanos en Cervera. Su memoria está viva todavía entre la gente mayor de los pueblos de la zona. En el barranco de la Hoz Seca de Jaraba pudimos ver la Cueva de Cisneros, donde nos aseguraron que se escondía el bandido con su partida. En Malanquilla se recuerda un intento de robo de Cisneros en casa de un rico que no llegó a consumarse gracias a la vigilancia de los vecinos.
Cervera de la Cañada es un pueblo rico en historia, testigo de la guerra de los Pedros, como otros de la comarca. Se llamó Cervera, más tarde, Cervera de Aniñón, y finalmente, Cervera de la Cañada. Su desarrollo como localidad pujante queda patente en sus edificios repartidos por el casco urbano. El Casino Agrícola, desaparecido en los años cincuenta del siglo XX, situado en la calle de La Fuente, estaba formado por gente trabajadora. En él se organizaba baile en fechas señaladas. El Casino Principal, que era un poco más lujoso, también desapareció hace varios años. Hubo molino harinero, tejar, hornillos de yeso y caleras. La mayor parte de las bodegas tradicionales están debajo de las casas, como sucede en toda la ribera.