Armantes

 

Sierra de Armantes

A la salida de Calatayud, por la carretera de Madrid, que discurre al pie de los blancos escarpes de yeso originados por la erosión del Jalón, a unos 2 km. a la derecha, sale una pista que asciende bruscamente y nos introduce en un paisaje lunar: suaves colinas de yeso, surcadas por multitud de pequeños barrancos, se superponen de forma desordenada. La escasísima vegetación la constituyen matojos de aliaga, ontina, espliego, romero y tomillo, que proporcionan un agradable aroma.

El suelo brilla como cubierto de vidrios rotos, por la abundancia de yeso en forma cristalina. Estamos en las estribaciones meridionales de la sierra de Armantes o Almantes, relieve de erosión en la parte norte de la depresión central del Sistema Ibérico, excavado en sedimentos terciarios, del Mioceno, prácticamente horizontales. Los estratos inferiores son depósitos de yeso, los intermedios de arcillas y los superiores de calizas lacustres. El punto más alto alcanza los 954 m.

Al cabo de un rato de avanzar por el camino, penetramos en un bosquecillo de pino carrasco plantado hace unos setenta años. El resultado de esta repoblación ha sido muy desigual, viéndose buenos árboles en las zonas húmedas o de mejor suelo, a poca distancia de ejemplares raquíticos o casi secos.

A medida que vamos tomando altura se amplía el panorama hacia el Sur, divisándose el valle del Jiloca. Unos cipreses plantados al borde del camino nos indican la existencia de la fuente de Maño-Maño, pocos metros a la derecha, de donde mana agua fresca.

Siguiendo el camino, tomamos más adelante un desvío a la izquierda hasta un lugar desde el que se contempla un insólito paisaje: es la parte más elevada de la sierra, bruscamente cortada por la erosión, donde la alternancia de blandas arcillas rojas y margas blancas, más duras, origina un peculiar relieve escalonado de fuerte contraste cromático.

Si se decide rodear a pie estos montes hay que protegerse de los pinchazos de las abundantes aliagas y extremar el cuidado para no resbalar, pues la disgregación de las margas da lugar a un garbancillo que resulta algo peligroso, pero es sin duda la mejor forma de disfrutar de un entorno de gran belleza, cuyo proceso erosivo sobre la corteza terrestre es el responsable de los denominados Castillos, formaciones geológicas que presiden esta sierra.

Durante una o dos horas vamos recorriendo este extraño y hermoso paraje, salpicado de numerosos barrancos, donde no se sabe qué admirar más, si las sorprendentes formas causadas por la erosión, o el intenso colorido de la tierra en uno de esos paisajes lunares más característicos y difíciles de encontrar.