Historia

Historia

Calatayud, en la provincia de Zaragoza, es la cuarta ciudad en población de la Comunidad autónoma de Aragón, con unos 20.000 habitantes. Desde la reciente división comarcal de Aragón, es cabecera de la Comunidad de Calatayud, con sesenta y siete pueblos, unos 40.000 habitantes, y algo más de 2.500 km2 de extensión, con relieve, litología y vegetación muy variados.

El valle del río Jalón, donde se ubica, es parte esencial del estratégico eje de comunicación Madrid-Zaragoza, pasando por la ciudad la Autovía de Aragón y la línea de Alta Velocidad Madrid-Barcelona.

Recientemente, en el entorno de la Puerta de Terrer, actual sede del Centro de Estudios Bilbilitanos, se hallaron restos de un oppidum celtibérico del siglo III a.C., cuyo valor se desconoce, pero la presencia de fosos y distintos niveles de ocupación, indican una cierta importancia. En esta época, el territorio estaba ocupado por el pueblo de los belos, grupo celtibérico situado en el valle medio del Jalón, cuya capital fue Sekaiza (Segeda), cerca del pueblo de Mara, 15 Km al SE de Calatayud. A 3 Km al SO, en el término llamado Valdeherrera, enfrente del actual campo de golf, existe un extenso yacimiento, uno de los mayores asentamientos celtibéricos de la época, ocupado durante los siglos III-I a.C., que algunos investigadores identificaron en su momento como la Bilbiliz celtibérica, si bien los trabajos arqueológicos actuales parecen descartar tal identificación. Será en época del emperador Augusto cuando la Bilbiliz celtibérica, mencionada por autores clásicos como Estrabón, Plinio o Pholomeo, situada a 5 Km al NE de Calatayud en el Cerro de Bámbola cuyas excavaciones se iniciaron en 1971, reciba el estatus de municipio romano, accediendo jurídicamente a una ciudad que desde el siglo I a.C. estaba recibiendo contingentes de gentes itálicas lo que motivó que la ciudad hubiese transformado su titulo por el de Bilbilis Itálica. Surge así el Municipium Augusta Bilbilis, llevando en su nombre el apelativo derivado de su fundador Augusto, privilegio que ostentaron muy pocas ciudades peninsulares (principalmente Caesar Augusta – Zaragoza, Emerita Augusta – Mérida). Bilbilis, que se dotó de edificios acordes a su categoría (foro, templo, termas, un teatro para cerca de 4.600 espectadores, etc.) se convierte así en el centro político, económico y administrativo de un amplio territorio.

No podemos olvidar que Bilbilis vio nacer a Marco Valerio Marcial (37/40 – 104 d.C.) uno de los más grandes poetas que dieron las letras latinas, cuya obra, epigramas generalmente satíricos, son reflejo de la sociedad de su tiempo, siendo considerado un auténtico cronista de la época.

Bilbilis Augusta alcanzó su esplendor a lo largo de los siglos I y II d.C. comenzando su progresiva e imparable decadencia a lo largo del siglo III, quedando ya abandonada poco después. Paralelamente surgirá un asentamiento en la actual Calatayud, cuyas termas, posiblemente un gran balneario termal, son un reflejo de ello.

El abandono de Bilbilis, ya en el siglo IV, se vio paliado por el surgimiento de numerosas villas y sentamientos menores que jalonan todo el territorio y que eran un reflejo de la riqueza agrícola y minera de la zona.
Tras el periodo visigótico, del que no hay noticias escritas, únicamente restos menores, surge por primera vez en la Historia el nombre de Calatayud. Y lo hace en caligrafía árabe, de mano del historiador al-Udri, del siglo XI, quien hace referencia a la orden del emir de Córdoba Muhammad I de ampliar las fortificaciones de Qal´at Ayyub en 862, tras reconquistar la fortificación existente, un pequeño hisn a partir del cual nacería una medina, situado en el denominado castillo de Doña Martina, que había caído en manos de los Banu Qasi, muladís, siempre levantiscos, que ubicados en el valle del Ebro alternaron sus alianzas y enfrentamientos con el emirato o califato de Córdoba y con el reino de Pamplona.
Esta noticia ya era conocida desde hacía mucho tiempo, y dado el claro significado del topónimo Qal´at Ayyub, castillo o ciudadela de Ayyub, en el siglo XIII el obispo Ximénez de Rada en su Crónica Arabum, atribuye su fundación a Ayyub ibn Habib al Lajmi, tercer emir de Al Andalus, que gobernó brevemente en 716, si bien es una atribución errónea que ha sido recogida sin reservas por muchos autores, la cual hay que descartar, como ya planteó Juan A. Souto y seguida por los investigadores actuales, siendo confirmada por la arqueología.
Poco se sabe de estos cuatro siglos del Calatayud musulmán. Los cronistas árabes, aparte de las noticias históricas, alaban la riqueza de sus huertas, la fortaleza de sus murallas o su cerámica dorada que se exportaba lejos. Se denomina como Madinat Qal´at Ayyub, o sea que tenía categoría de ciudad (medina), que llegó a ser taifa independiente, acuñando moneda propia, durante un breve periodo bajo Muhammad ben Suleiman, entre los años 1046 y 1055. Se conocen nombres de hombres de letras y de ciencias, si bien no se conserva ninguna de sus obras. Había ya una comunidad judía, pero no parece que hubiera población cristiana significativa.

El límite norte de la ciudad islámica lo marca la muralla que aún existe, pero el límite sur ha sido borrado con la expansión urbana. Excavaciones hechas en los últimos años señalan que la ciudad árabe se extendía bastante más de lo que hasta hace poco se suponía. Aparte de los castillos y murallas, no se conocen restos de otros edificios que con certeza pudieran atribuirse a esa época, aunque se puede aventurar la hipótesis de que parte de algunas iglesias corresponda a construcciones islámicas.

En 1110 el reino de Zaragoza pasa a ser gobernado por los almorávides, quienes hacía unos años ya se habían adueñado del resto de Al-Andalus. Pero en 1118 el rey aragonés Alfonso I, auxiliado por tropas occitanas, conquista Saraqusta (Zaragoza) e inicia poco después el sitio de Qal´at Ayyub, apoyado por Guillermo IX de Aquitania. Ante la proximidad de un ejército almorávide enviado desde Valencia, en donde se habían congregado tropas venidas la mayor parte de las taifas musulmanas, para recuperar Saraqusta, el rey Alfonso levanta el sitio y sale a su encuentro, derrotándolo en inferioridad de condiciones en la batalla de Cutanda el 17 de junio de 1120, un hito que forjó la posterior historia de Aragón, resultado del que se derivó la capitulación de la ciudad cristiana el día 24, festividad de San Juan Bautista.

La mayoría de la población musulmana emigraría a tierras musulmanas, pero las clases más humildes, agricultores, albañiles y artesanos, se quedaron, pues al rey aragonés tampoco le interesaba una repentina despoblación. Aun así los conquistadores aragoneses y francos no bastaban para llenar el vacío creado y el rey, en una audaz expedición a Andalucía, trae consigo un no determinado número de cristianos que vivían en tierras del Islam y que por primera vez aparecen mencionados como mozárabes. Además se promulgará un fuero (26 de diciembre de 1131) para incentivar la repoblación, quedando bajo su control y administración un amplio territorio. En este fuero se mencionan una serie de prebendas hacia judíos y musulmanes por las que, entre otras, podían regirse según sus leyes. Es de suponer que todas las mezquitas serían consagradas como iglesias, si bien no se conocen edificaciones o iglesias cristianas del siglo XII, de ahí la suposición de la sacralización de los espacios religiosos preexistentes.
Con la ulterior expansión cristiana de Alfonso II, que conquista Teruel, la frontera musulmana queda ya lejos. Ahora la frontera más cercana es con el reino de Castilla, lo que genera beneficios para Calatayud, pero también problemas. Ya años antes buena parte de la zona occidental de Aragón, incluyendo Calatayud y Zaragoza, fue temporalmente ocupada por Alfonso VII de Castilla, pero el peor enfrentamiento tuvo lugar en la segunda mitad del siglo XIV con la guerra de los Pedros, Pedro I de Castilla y Pedro IV de Aragón. Se construyeron o se reforzaron muchos castillos en la frontera y bastantes templos resultaron destruidos o dañados en los combates.
Calatayud fue conquistada, tras duro asedio por los castellanos en 1362, retirándose cuatro años después. Como reconocimiento a su heroica resistencia el rey eleva la villa a rango de ciudad, si bien ya hemos comentado que en época islámica tenía esa consideración (medina). Poco después de la guerra se inicia la reconstrucción de varios templos, siempre en estilo mudéjar, conociéndose el nombre de algunos de los alarifes o maestros de obras moros.

Un siglo después, en 1461, se reúnen las Cortes en la iglesia de San Pedro de los Francos, bajo la presidencia del rey Juan II. En el transcurso de las mismas llega la noticia de la muerte del primogénito del rey, Carlos, Príncipe de Viana, por lo que se decide que el heredero de la corona sea el príncipe Fernando, hijo del segundo matrimonio del rey. Más tarde se casaría con la princesa Isabel de Castilla y cuando ambos accedieron al trono de sus respectivos reinos serían conocidos como los Reyes Católicos. Este enlace matrimonial hace que el nuevo rey se centre más en Castilla, con la consiguiente pérdida del peso político de Aragón y de Calatayud.

Por otra parte la idea de unidad religiosa de España, que sirve de pretexto para la conquista de Granada, trae como consecuencia, además de la creación del Santo Oficio, la expulsión de los judíos de España. Por entonces la comunidad judía de Calatayud era la más importante de Aragón tras la de Zaragoza, conservándose sobre ella abundante documentación. Algunos judíos de familias pudientes se convirtieron al cristianismo ocupando puestos importantes. Se situaban en el barrio a poniente de la ciudad, hoy llamado de Consolación, donde se conserva parte de la sinagoga mayor.

Con Carlos I, que jura los Fueros de Calatayud en 1518, entra en España una nueva dinastía que ahonda en la europeización peninsular. En 1528 se decreta la conversión obligatoria de los musulmanes y cambian en poco tiempo las preferencias artísticas cristianas. En el reinado de Felipe II, y a raíz de la fuga de su secretario Antonio Pérez, que momentáneamente es acogido en Calatayud y luego en Zaragoza, es decapitado por orden real el Justicia de Aragón Juan de Lanuza V, lo que supone el principio del fin de las libertades forales. En el siglo XVI se instala en Calatayud la Compañía de Jesús, con intención de promover la enseñanza, lo que supone la permanencia de un importantísimo foco cultural durante casi dos siglos, hasta la expulsión de la Compañía por Carlos III.

Es el siglo XVII una época de gran fervor religioso. Se proclama como patrón de la ciudad a San Íñigo, aduciendo que había nacido en Calatayud hacia el año 1000. Se hacen nuevas las colegiatas de Santa María y del Santo Sepulcro, y los jesuitas edifican su Colegio y la iglesia de la Virgen del Pilar, procediendo los materiales de construcción de las ruinas de la vieja ciudad romana de Bílbilis.
En el siglo XVIII, con la nueva dinastía borbónica, desaparece el Reino de Aragón y Calatayud pasa a ser una pequeña ciudad más en el conjunto de España. Cobra auge la industria del cáñamo para suministrar cuerdas a la Armada. Los jesuitas crean el Seminario de Nobles y contratan a un joven Goya para que pinte las pechinas de su iglesia, pero al poco tiempo son expulsados de España.

Ya en el siglo XIX Calatayud es ocupada por las tropas francesas, que se fortifican primero en el convento de la Merced y después en el Santuario de la Virgen de la Peña, siendo a veces hostigadas por guerrilleros locales y por los hombres de Durán y el Empecinado. Durante el largo y poco grato reinado de Fernando VII, en el Bienio Constitucional se crea la provincia de Calatayud, pero el escaso empeño en mantenerla en la siguiente reforma provincial supuso una ocasión perdida. Durante las guerras carlistas hubo algunos episodios aislados, aunque la ciudad se mantuvo fiel a la reina Isabel. Décadas después llegan el ferrocarril, la luz eléctrica y una incipiente industrialización con las azucareras.

Un siglo, junto con el XX, en los que la fiebre destructiva arrasa parte del patrimonio y un urbanismo sin control propicia la desaparición de importantes edificios como las iglesias de San Pedro Mártir o San Francisco. Llega la línea férrea Santander–Mediterráneo que nunca se terminaría ni utilizaría para lo que fue concebida. Se crea el primer instituto durante la dictadura de Primo de Rivera y la primera escuela de trabajo durante la II República. Igualmente, un acuartelamiento permanente, en lo que hoy es Academia de Logística. Al iniciarse la Guerra Civil en 1936, Calatayud queda, tras esporádicos tiroteos, en la denominada zona nacional no sufriendo acciones bélicas, exceptuando bombardeos aislados, instalando el general Varela un cuartel general en la localidad. Durante el franquismo la ciudad permanece aletargada, siendo sólo de destacar, en sus últimos años, la expansión y especulación urbanística.
Calatayud se convertiría con la llegada de la democracia en el primer ayuntamiento democrático de España ya que, debido a la visita del rey Juan Carlos I al día siguiente se adelantó, al 18 de abril de 1979, la constitución del nuevo ayuntamiento. Un año antes, el 9 de abril de 1978, vería como en la Iglesia de San Pedro de los Francos se celebraban las primeras Cortes de Aragón modernas.

Con la democracia y con ayuntamientos de distintos signos políticos, se va produciendo un resurgir en todos los aspectos, que se manifiesta con más intensidad en los últimos lustros, con la mejora de comunicaciones, implantación de industrias, creación del centro asociado de Calatayud de la UNED, construcción del hospital Ernest Lluch, inicio de la recuperación del Casco Histórico, restauración del patrimonio artístico y promoción del turismo.