El Monumento de Ruesca

El Monumento de Ruesca

En Semana Santa las procesiones no son la única expresión plástica de la religiosidad. También los denominados monumentos de Jueves Santo tienen presencia y son emblema de estos días aunque, debido a su carácter efímero, no se les presta tanta atención como al resto de manifestaciones religiosas y artísticas.

El monumento consiste en la creación de un altar extraordinario que se instala en las iglesias y cuyo objeto es la reserva de la hostia consagrada desde el Jueves al Viernes Santo, donde el sagrario constituye el núcleo del monumento y ocupa el lugar principal.

Los monumentos de Semana Santa alcanzaron su máximo auge durante el barroco, debido a la importancia que otorgó el Concilio de Trento al misterio eucarístico. Se convirtieron en auténticas arquitecturas fugaces pintadas con arcos en perspectiva, recogiendo frecuentemente imágenes de la pasión de Cristo, soldados y prefiguraciones eucarísticas. Habitualmente se construían con materiales maleables y de escasa consistencia para facilitar su montaje y desmontaje anual, hecho que con el tiempo ha provocado su deterioro.

Lamentablemente, y en gran medida por haberse dejado de utilizar, en la comarca bilbilitana se han conservado pocas de aquellas estructuras y singulares escenografías. Se pueden contar con los dedos de una mano las que se montan durante estos días.

Este año visitamos la localidad de Ruesca, en la ribera del Perejiles, donde conservan esta preciosa tradición. 

En algunas iglesias de la comarca, e incluso en la propia capital bilbilitana, nos consta que duermen almacenados en distintos rincones los antiguos monumentos.

Animamos a recuperarlos, siguiendo el ejemplo de los ruescanos. Supone un esfuerzo desempolvar y, en muchas ocasiones, restaurar sus estructuras, pero seguro que dentro de las distintas hermandades y cofradías penitenciales se encuentran hermanos mañosos que ayudan a que vuelvan a lucir con todo su esplendor los días álgidos de la Semana Santa.