Cetina

Cetina

(Texto parcialmente reproducido de la obra Cultura popular de la Comunidad de Calatayud, escrita por José Ángel Urzay Barrios, y publicada en Calatayud por el Centro de Estudios Bilbilitanos y la Comarca Comunidad de Calatayud, en 2006.)

El casco urbano de Cetina es muy amplio, entre el barranco de Santa Quiteria y el de San Lázaro, por el que asciende la carretera a Jaraba. Las eras y las bodegas enmarcan todo el conjunto urbano.

La imponente iglesia de San Juan Bautista es barroca, finalizada a comienzos del XVII. Su silueta y la del castillo dibujan la línea del casco urbano. Desde finales del siglo XIV Cetina pasó de ser una localidad realenga a señorío, dependiendo de los señores de Cetina que vivían en el castillo-palacio. Con la señora de Cetina, Esperanza de Mendoza, estuvo casado Francisco de Quevedo. La airosa torre del palacio destaca en la inmensa mole del edificio.

La ermita de la Virgen de Atocha está en el barranco de San Lázaro. Junto a ella crecían unos grandes olmos, que servían de cobijo y parada a los arrieros que pasaban por Cetina. Según la tradición, precisamente fue uno de ellos quien se libró de ser arrastrado por la corriente del barranco, gracias a la intercesión de la Virgen de Atocha a la que invocó. En agradecimiento, hizo construir la primitiva ermita, que estaba dedicada a San Lázaro, ampliándola y finalizando las obras a principios del XVII. Al lado está el lavadero.

La amplia ermita de San Juan Lorenzo del XVIII ha sustituido en los últimos años a la ermita de la Virgen de Atocha en numerosos actos religiosos que antes se desarrollaban en esta última, ya que se encontraba en proceso de restauración.

La ermita de Santa Quiteria fue construida con arcos diafragma y con un amplio cobertizo que protege su entrada. Al lado está la vieja fuente, reformada en la década de los años treinta del siglo pasado, que todavía suministra agua a la población. En sus inmediaciones se puede contemplar una alberca para el cáñamo, un horno de abejas al abrigo de un cerro, un abrevadero y una balsa para el riego, ya inservible, llena de juncos.

A la entrada de Cetina quedan los restos del viejo molino harinero y de la amplia fábrica de harinas.

En el término de Ariza se construyó el Azud del Molino, que riega la vega de Cetina. A su vez, en el tramo del Jalón que pasa por la localidad está el azud de la Acequia del Conde, que distribuye el agua para los pueblos de abajo.

Hubo pozo de nieve, en el sitio llamado La Nevera, que estaba al final de la calle de San Juan Lorenzo, conocida como calle de La Torre, pero no queda resto alguno. Tampoco quedan peirones, aunque hubo dos dedicados a San Pascual Bailón y a San Juan Lorenzo, construidos en conmemoración del Congreso Eucarístico de Barcelona, que fueron derribados al construirse la autopista.

Siempre ha habido tejería. Hace unos años Jesús Enrique Marco recuperó el oficio de la fabricación artesanal de ladrillos, que se utilizan en restauración de monumentos y en la construcción de edificios de estilo tradicional.

En el carrascal de Cetina destaca la Chaparra del Eloy, un árbol monumental. El chaparral fue hace cien años escenario del famoso crimen de Cetina. En 1905 un carbonero de Calcena su esposa y tres hijos fueron asesinados con arma blanca y luego quemados en el chozo que les servía de refugio cuando carboneaban un lote. Los asesinos dejaron un papel escrito: castigo, para que os acordéis de Cetina, para confundir a la justicia, aunque las sospechas, después confirmadas, recayeron desde el principio en otros carboneros, movidos por el espíritu de venganza de una deuda de sangre.

El soldado de los milagros, Benito López Franco, está enterrado en el cementerio de Melilla. Murió misteriosamente a los veinte años en 1950, cuando cumplía el servicio militar en los regulares. Según la versión oficial, se suicidó ahorcándose, pero nadie lo creyó nunca. Desde hace más de treinta años su tumba, centro de peregrinación para devotos, que le atribuyen curaciones milagrosas, está siempre cubierta de flores, sobre todo el día de Todos los Santos. Se le recuerda en Cetina con un sencillo monumento enfrente de la ermita de San Juan Lorenzo.