Cabolafuente

Cabolafuente

(Texto parcialmente reproducido de la obra Cultura popular de la Comunidad de Calatayud, escrita por José Ángel Urzay Barrios, y publicada en Calatayud por el Centro de Estudios Bilbilitanos y la Comarca Comunidad de Calatayud, en 2006.)

En el cerro sobre el que se asienta Cabolafuente sobresale la iglesia, templo gótico del siglo XVI, dedicado a la Purísima Concepción. Por sus calles vemos algunas fachadas interesantes y dos portadas de piedra de sillería. En la umbría del cerro merece la pena visitar la espectacular zona de las bodegas, que forman un amplio y armónico conjunto con sus lagares y prensas. Las entradas están cubiertas con ramas de sabina compactadas con tierra, que les confieren una estética especial.

La Fuente Vieja es uno de los complejos hidráulicos más interesantes de la Comunidad de Calatayud, formado por El Pozo, donde brota el manantial, El Encañado, de unos doscientos metros de longitud, a través del cual llega el agua hasta La Fuente, construida con piedra de sillería, y El Pilón. Siglos más tarde se añadió un lavadero cubierto, hoy hundido.

La Fuente Nueva está en la parte baja del pueblo, junto al abrevadero y otro lavadero cubierto. Muy cerca se levantaron las escuelas, edificadas en los años veinte, un sólido edificio, ahora destinado a otros usos.

A un kilómetro del pueblo, en dirección a Sisamón encontramos pegada al cementerio, la ermita de San Gregorio Magno en un limpio paraje de campos de cereal. A través de su bella portada de piedra de sillería podemos ver el interior, cuyo techo se derrumbó, excepto dos esbeltos arcos de ladrillo.

En el cerro que lleva su nombre aún cumple su cometido el palomar, cuyas moradoras fueron víctimas del ataque de las garduñas en el 2005, que tanto dio que hablar a la prensa. La Torrecilla es un paraje donde está enclavado un poblado íbero-romano con necrópolis, todavía sin excavar.

De la ermita de San Sebastián, que estuvo servida por una cofradía, junto al paraje denominado La Fuente de los Santos, no restan vestigios visibles. También desapareció el peirón de San Pascual Bailón. Quedan desperdigados por el término navajos, algún pozo con noria, colmenares y parideras.

A pesar de que Cabolafuente es un terreno seco, cultivaban pequeños huertos para el consumo familiar en los escasos rincones con agua, que eran La Huerta La Juana, Las Lagunillas y el barranco Covalana.

El viajero que divise a lo lejos Cabolafuente desde la carretera que va de Cetina a Sisamón, tendrá la oportunidad de contemplar un pueblo en medio de un paisaje agrícola cerealista humanizado, con la inconfundible silueta de la iglesia. Ya en la localidad, resuenan todavía en la plaza los ecos del dance, cuando el general cristiano decía por la mañana:

Bienvenida, hermosa Aurora,

luz brillante bienvenida.

Salid de ese augusto templo

y logre con tu salida

vista el ciego, oído el sordo,

y todos, salud cumplida.