Antonio Serón, ilustre escritor renacentista, nació en Calatayud en 1512. A lo largo de su intensa vida, desarrolló una muy estimable obra literaria que recoge un buen número de poemas latinos, como elegías y silvas, siendo su obra cumbre el poema épico Aragonia, escrito en la segunda mitad del siglo XVI.
Diversos estudiosos han reconocido sus grandes méritos literarios, incluso incorporando a la galería de ilustres del consistorio un retrato pintado por J.L. Millán en 1908. La Asociación Torre Albarrana, dentro de la actividad que viene desarrollando para recordar y actualizar personajes locales con una relevante trayectoria, propuso al consistorio bilbilitano la posibilidad de denominar una calle de la ciudad con el nombre del poeta Antonio Serón. La solicitud se presentó el día 10 de marzo de 2022 en el Ayuntamiento de Calatayud, Departamento de Urbanismo y Patrimonio, por considerar que tan ilustre bilbilitano reunía sobrados méritos para ser digno de este merecimiento.
Para glosar su figura, y como apoyo a la proposición, se solicitó la colaboración de Óscar Florido Grima, profesor de secundaria en el I.E.S. Emilio Jimeno de Calatayud, en la especialidad de Latín, doctor en Filología Clásica por la Universidad de Zaragoza, miembro de la Comisión Permanente del Centro de Estudios Bilbilitanos, y conocedor y estudioso de la vida y obra de Serón; excelente argumentación que agradecemos muy sinceramente y que se reproduce a continuación:
“Sirva este escrito para apoyar la solicitud de la concesión de una calle al poeta Antonio Serón, bilbilitano que hizo profesión de su patria chica, y que, como mostraremos más adelante, es una de las figuras más relevantes del humanismo neolatino hispano desarrollado bajo los reinados de Carlos I y Felipe II. Antonio Serón, como es bien sabido, fue un poeta bilbilitano nacido en 1512. Protagonista de un apasionante periplo vital —cuya exposición no tiene cabida en este escrito—, es autor de una vasta obra poética en latín compuesta a imitación de los grandes autores clásicos latinos —fundamentalmente de su admirado Virgilio—, y por cuyos versos desfilan innúmeros personajes bilbilitanos de la época, al tiempo que incluye lugares y acontecimientos trascendentales a nivel personal o histórico. De la ostentación de Serón como bilbilitano pueden espigarse no pocos ejemplos en su obra (Antonio Serone bilbilitano, Calataiubae uatem, …), pero también en la de otros autores contemporáneos de Serón, como es el caso de Diego Ramírez Pagán que en su Floresta de varia poesia incluye un poema-portada de Antonii Seronis Bilbilici. Relevante es el apartado referido al gentilicio bilbilitano. A falta de un estudio serio, en la obra de Serón conviven Bilbilicus y Bilbilitanus, de suerte que probablemente esté reflejando las vacilaciones propias de la época en la asunción de los gentilicios. Los eruditos de los siglos XV y XVI recurrieron a las obras de Pomponio Mela y Plinio —en cuya Naturalis Historia aparece el gentilicio bilbilitanos— en la recuperación de los topónimos antiguos—, lo cual—según los gramáticos de la época— es una iniciativa de los hombres letrados, entre los que se incluía, sin duda alguna, Antonio Serón. Mas si hay un elemento en el que se observa la importancia de Calatayud en la obra del bilbilitano es la presencia de la ciudad en la misma. Serón dedica la Elegía VII a recorrer la ciudad y recordar su vida en ella y a sus gentes —más de seiscientos versos, recorrido que repite de manera somera en la Silva I —cuarenta versos. Además, destina la Silva II —casi novecientos versos— a la narración de guerra que entre nobles y populares se libró en Calatayud en el primer cuarto del siglo XVI. En su afán por hacer protagonista de su obra a su ciudad natal, Serón incorpora al latín renacentista numerosos neologismos para expresar nuevas realidades, neologismos referidos sobre todo a la toponimia bilbilitana de la época; para ello utiliza distintos procedimientos entre los que puede citarse el mero calco (Calataiuba, Ribotam, Atecam…), la perífrasis (leporum valle Valdeconejos, potealia stagna las pozas…), e incluso el recurso al griego en composición (Alfonsopolin Calatayud). Finalmente, hay que subrayar que la importancia de Antonio Serón como poeta fue ya reconocida por sus coetáneos, pues, como él mismo indica en varias ocasiones, alcanzó la categoría de poeta laureado, recibiendo el laurel de poeta de manos de Felipe II. Es probable que tal honor lo alcanzara en las justas poéticas que desde 1552 se celebraron en la Universidad de Alcalá. No debe despreciarse este dato, puesto que semejante distinción lo equipara a poetas de la talla de Arias Montano, Juan de Santacruz, Antonio de Gevara o Elio Antonio de Nebrija. Desde entonces, la importancia de Serón como poeta ha sido puesta de relieve por estudiosos de todas las épocas (Andrés de Uztárroz, Nicolás Antonio, Félix Latassa, Piferrer y Cuadrado, Mariano del Cos, Gerónimo Borao, Menéndez Pelayo). En la actualidad, es posible apreciar su valor si se considera el interés que su obra ha despertado en numerosos especialistas; sirvan como ejemplo los numerosos trabajos de hermenéutica y crítica textual del Dr. José Mª. Maestre Maestre, uno de los mayores especialistas españoles en Humanismo. Con todo, donde mejor puede observarse la relevancia de Serón en el humanismo neolatino es en la afamada Musae reduces de Laurens-Balavoine, primera antología de poesía renacentista en latín, en la que tres poetas tienen el honor de representar a la poesía neolatina hispana: Antonio Serón, Benito Arias Montano y Juan de Verzosa, siendo el bilbilitano el que encabeza esta tríada de poetas. En conclusión, Antonio Serón tiene sobrados méritos para ser digno de una calle en nuestra ciudad: es una figura ilustre del humanismo neolatino hispano; siempre hizo alarde de su origen bilbilitano confiriendo a nuestra ciudad fama en los círculos eruditos y cortesanos; contribuyó a la recuperación del gentilicio bilbilitano; y, además, Calatayud está siempre presente en su obra poética.”
Durante la sesión plenaria convocada para el día 30 de junio de 2022, fue aprobada la propuesta por unanimidad. Excelente noticia que los miembros de la Asociación Torre Albarrana recibimos con verdadero entusiasmo y que agradecemos cordialmente a la corporación municipal, a la que también felicitamos por la acertada decisión que supone la actualización del reconocimiento de personajes locales con una destacada trayectoria histórica.
Como consecuencia, el 7 de septiembre de 2022, en un acto que tuvo lugar a las 12:30 horas, durante las fiestas patronales, se incluyó en el nomenclátor de las calles de Calatayud a esta ilustre figura del humanismo neolatino hispano.
Al acto de inauguración de la nueva denominación de la calle, situada en el tramo entre la Rúa de Eduardo Dato y la calle de San Antón, asistieron miembros del concejo municipal, los jóvenes representantes de la sociedad bilbilitana y un buen número de personas que quisieron recordar al ilustre poeta que su ciudad natal no le olvida.
Durante el transcurso del acto se descubrió la correspondiente placa “para que así recuerde a este hijo de Calatayud y su legado” palabras de José Manuel Gimeno, concejal de Urbanismo y Patrimonio, quien también explicó la intención de “iniciar aquí un proyecto de difusión de las personas más destacadas que dan nombre al callejero de Calatayud, con la instalación de unas placas informativas, que recojan una breve biografía de los ilustres, con un código QR que permita acceder a una audioguía que desarrollará más información. Este proyecto pretende que todos conozcamos la vida y legado de los ilustres que ceden sus nombres a nuestro espacio urbano pero no siempre sabemos quiénes son y para que el paso del tiempo no se convierta en olvido.”
Óscar Florido dedicó unas palabras a la figura de Serón y Carlos de la Fuente nos guió sobre sus pasos, siguiendo la descripción que de las calles bilbilitanas realizó el poeta hace cinco siglos.
Por su belleza trascribimos la citada glosa del profesor Florido:
“Hace aproximadamente cinco siglos, Antonio Serón soñó que surcaba el cielo sobre un carro volador tirado por dos dragones. En este viaje alegórico visita algunos de los lugares que de un modo u otro fueron importantes en su vida, tras verse obligado a marchar de su ciudad: Valencia donde realizó sus estudios universitarios y probablemente se inició como poeta; Borja donde fue acusado de hechicería y encarcelado; Tortosa, Tuy y Jerez de la Frontera donde, tras su paso por la cárcel y desterrado, retomó su labor como profesor. Y, por supuesto, Calatayud, cuya presencia es fundamental en la obra de Antonio Serón. Porque Calatayud no sólo es su ciudad natal, la ciudad de sus primeros estudios, y –por qué no decirlo- el lugar donde comienzan sus desdichas; Calatayud es, ante todo y a pesar de todo, la ciudad donde desea que descansen sus huesos; es la ciudad que aspira a hacer eterna con aquellos versos de la guerra civil que sufrieron los bilbilitanos a principios del siglo XVI; y anhela que su fama de poeta haga correr el nombre de Antonio Serón por las calles de Calatayud. No sabemos dónde reposan los restos de Serón, pero parafraseando el “no me callará Bilbilis” de nuestro Marcial, debemos sentirnos todos orgullosos de que hoy, por fin, el callejero bilbilitano deja de callar el nombre de Antonio Serón.”